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Genes y Sabores

El gusto es quizás el sentido que más se ve modificado por la variable social, cultural y los hábitos adquiridos, pero al igual que todo en nuestra vida la percepción del gusto tiene fuertes interrelaciones genéticas.


Así, ciertas variantes del gen TAS2R38 predisponen a una mayor sensibilidad hacia el sabor amargo.


Otro gen, el TAS1R2, presenta asociaciones significativas entre ciertas variantes y el gusto por el vodka, el vino blanco y la carne de cordero, el gen PCLB2 se asocia a la preferencia por el té caliente, el TPRV1 al gusto por la remolacha y el ITPR3 asociados con una preferencia por el queso.


Estas asociaciones publicadas por prestigiosas Universidades del mundo nos adentran en el mundo de la herencia del sabor, poniendo de manifiesto, una vez más, los intrincados mecanismos de la balanza entre lo que somos biológica y culturalmente.



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